En América Latina se ha generado una fuerte tendencia hacia la desobediencia, si bien se logra una visión optimista sobre el Derecho, mediante las reformas o los cambios constitucionales, no se logra que estos sean puestos en práctica en el día a día por mil y un escusas que proponen Martin Bohmer y Mauricio Villegas, el común de la gente ha optado por este camino de la no obediencia por falta de interiorización de las normas, por la idea de que la obediencia puede llevar a grandes males (como el holocausto por la doble moral que crea un abismo entre el ser y el deber ser, pero sobre todo porque por mas incluyentes que hayan intentado ser estos procesos constitucionales; no han logrado dar cabida a toda la población y la exclusión sistemática de unos pocos interfiere en que nos sintamos reconocidos como parte, como receptores de la norma o que esta se refiera a nuestro actuar. Esto también se da inocuamente por la falta de instituciones preparadas y suficientes para proteger todos esos nuevos derechos de los que nos hemos hecho acreedores. Entre esa desinstitucionalización del país nos encontramos con un problema en el control debido de los pesos y los contrapesos, que suponen las democracias modernas donde debe haber una separación entre las tres diferente ramas del poder (ejecutiva, legislativa y judicial).
¿Como las reelecciones interfieren de manera directa en la separación del poder?
Los procedimientos para la conformación de las diferentes ramas del poder público fueron diseñados bajo la institucionalidad de los periodos presidenciales en los cuales el presidente tenía injerencia en la conformación de los mismos sobre la base de una estructura constitucional y legal de un periodo presidencial y legal ese poder nominativo se veía con absoluta limpieza en la medida en que el presidente dejaba el poder cuando estos comenzaban a regir. El desequilibrio se presenta cuando bajo esas normas se modifica la constitución y se amplía la posibilidad de la continuidad del mandatario pues este no dejara el poder cuando estén en vigencia la actuación de los nominados por él, presentándose así una concentración de poder que exacerba los mecanismos institucionales.
Desde el punto de vista electoral se hace necesario establecer que de acuerdo con la estructura de la carta constitucional colombiana se persigue que la contienda política sea entre personas iguales es decir, en igualdad de condiciones frente al proceso y con las garantías propias que el mismo implica la participación del presidente candidato rompe esta igualdad pues lo deja sin un marco legal de garantías sobre el cual actuar y con la posibilidad de utilizar toda la plataforma gubernamental en beneficio suyo y en contra de quienes aspiran a sucederlos.
La permanencia en el poder hace que quien lo ostenta desvié el rumbo y pueda convertirse sin dios ni ley, poniéndole fin al Estado democrática.
La reelección va en contra de los pilares de la democracia ose también en contra de la constitución esto no nos hace recaer en la idea de que las normas están solo en el papel y no tienen mayor significado en la práctica.
La estructura constitucional en Colombia a partir de 1991 para un periodo presidencial de cuatro años, la situación de orden público y social hizo ver la necesidad de garantizar la continuidad de unas políticas que le estaban devolviendo la calma a un pueblo sometido a la violencia por unos actores armados inclementes, razón por la cual todos los estamentos compartían la necesidad de una reforma constitucional que posibilitara la reelección presidencial. En estas condiciones el cambio constitucional constituía una simple reforma y como tal se tramito y tubo aceptación en la Corte Constitucional , pero cuando está a punto de vencerse el segundo periodo autorizado vuelve a presentarse con los mismos argumentos la posibilidad de volver a reformar la constitución, lo que ya en estricto Derecho no constituía una reforma sino una sustitución de la norma constitucional en su más grande pilar, se sustituye así el aspecto filosófico y político que oriento la constitución del 91.
Si bien este proceso implicaba la transgresión del sistema constitucional la llaga que generaría en la sociedad iría más allá de este pues en el aspecto sociológico y simbólico estaríamos mandado nuevamente un mensaje deslegitimador de la constitución que llegaría a la sociedad de manera inclemente y se plantearía nuevamente en la mesa de debate el ¿Por qué cumplir la constitución si esta no es legítima ni orientadora de la vida real del país? La Corte Constitucional como principal salvaguarda de esta no podía permitir que una vez más la gente crea que la constitución no tiene mayor alcance y se puede manociar.
Esto está dado también por el presidencialismo exacerbado que ha conducido a América Latina al caudillismo durante años por el que se han dejado a un lado los principios democráticos acosta de personalismos que deberían dar paso a políticas duraderas y no ha presidentes vitalicios.
El poder político en América Latina fortalece a las personas que lo ostentan por la forma impropia en que se ejerce y en especial por la concentración del poder en quien lo ejerce y la complicidad de los medios de comunicación quienes en su gran mayoría manejan a su acomodo la información, en este orden de ideas, se des institucionaliza el Estado y se da paso al abuso no tanto del presidente como de quienes lo rodean. En el trámite de la supuesta reforma (sustitución), tanto promotores como defensores del proyecto acudieron a mecanismos propios e impropios bajo la justificación del querer de la voluntad popular para ello rompieron todas las reglas que regían el tramite reformatorio, sin tener en cuenta que hasta la voluntad popular debe someterse a las formas propias del orden constitucional y que solo una asamblea nacional constituyente como la del 91 podría sustituir la carta.
A pesar de que las mayorías consideran esto un proceso democráticamente fuerte la analogía que hacen muchos de este con el Perú de Alberto Fujimori nos hace dudar sobre si es democrático o dictatorial.
Las actitudes de los mandatarios de Colombia y Perú alcanzaron a ser igualadas especialmente por Daniel Coronell (véase articulo de Semana, http://www.semana.com/noticias-opinion/recuerdo-ajeno/130747.aspx), al compararlas, pero encontrando que el resultado final favorece ampliamente al pueblo colombiano ante la aceptación inmediata y clara al fallo de la Corte Constitucional, y la no insistencia en su permanencia en el poder que pudo haberse dado esta diferencia se presenta con gran regocijo pues se observo una decisión acompañada de un espíritu democrático y nacionalista esto nos pone a salvo y nos deja enfrentados al desarrollo de la campaña electoral que decidirá quién regirá nuestros destinos y a observar las condiciones en que esta se desarrolla pues casi todos los candidatos quedan en igualdad de condiciones.
En efecto, la opinión pública en general veía con buenos ojos el ataque frontal que el presidente Fujimori ejercía en contra de Sendero Luminoso, ataque que llevo a la prisión al máximo jefe y desarticulación de dicho grupo armado, pero con el tiempo esa misma lucha fue vista con otros ojos, especialmente cuando el presidente dejo el poder, se vieron con mayor claridad los abusos cometidos y los excesos de poder que generaron en corrupción especialmente de los personajes cercanos a la presidencia.
En el caso colombiano tenemos la esperanza que esos excesos no hayan sido tan grandes y que la institucionalidad prevalezca.
Tatiana Pulido
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